lunes, 23 de mayo de 2011

ANÁLISIS CULTURAL DEL DERECHO "Una reconstrucción de los estudios jurídicos"



Esta obra describe como debe desenvolverse el investigador jurídico contemporáneo y fórmula  lineamientos para llegar al estudio de la cultura del Estado de Derecho como una forma de concebirlo y su significación en nuestra vida política y social.


La creencia en el imperio de la ley caracteriza nuestra sociedad, da sentido al orden político y esencialmente es parte de nuestra identidad como ciudadanos. Esta característica básica de nuestra vida en común, se ha omitido su estudio desde una perspectiva cultural. Por lo que la propuesta de Kahn es definir la disciplina dedicada al estudio de las implicaciones culturales de la relación entre derecho y sociedad.

Al tratar el derecho nos convertimos en parte de él. La consecuencia de lo es que nuestro compromiso cultural, el compromiso con el estado de derecho, permanece como uno de los elementos menos explorados de nuestra vida en común.


El derecho no es dogma ni orden natural. Es una forma de organizar una sociedad bajo creencias que son constitutivas de la identidad de una comunidad y sus miembros individuales. Es el resultado del devenir particular. Estudiar el Estado de Derecho es elaborar esa historia y explicar la estructura de estas creencias. La cuestión es lo que el derecho hace de nosotros.

El estudio cultural del derecho empieza cuando se establece una distancia en la imaginación que permite alejarse de la obcecación de apuntar hacia la reforma.

La suposición del investigador como del abogado crítico es que la reforma es el objeto para la investigación. Para Kahn al asumirse el investigador, el proyecto de reforma legal, se convierte en participe de la práctica jurídica y por lo tanto, en una parte de ese objeto de estudio.

El estudio del derecho invariablemente nos lleva  a su reforma, aquellos que lo estudian se convierten en su propia mente, aunque no siempre en la realidad política, en practicantes de la reforma jurídica.

Los académicos se expresan como jueces porque se conciben como juzgadores potenciales. Están entregados al derecho. No podemos confiar en nuestras conclusiones si estamos escribiendo para una audiencia a la que hemos cedido poder sobre nuestros intereses personales.

Si estamos comprometidos con el Derecho ipso facto estamos impedidos para su estudio. Se presenta especialmente difícil asumir al derecho como un objeto de estudio si las herramientas conceptuales usadas en la investigación no son más que recreaciones de la práctica. Los académicos del derecho más que estudiar el derecho lo crean. La mayoría de los académicos están comprometidos con la visión de que su cometido es el mismo que el del Juez: Cada uno da voz al derecho. La confusión en este campo está fundamentalmente en la mente del académico del derecho, el juez que debió haber sido.

El investigador argumenta que entiende mejor estas sentencias que la corte misma. Si el derecho fuera un producto solamente de la razón, esto podría ser verdad. Pero la autoridad de estas decisiones es una función de la actividad interpretativa de la Corte. La Corte siempre tiene la autoridad para cambiar su punto de vista, sin que importen los argumentos. No es nunca un argumento en contra de la autoridad de la Corte el que se haya equivocado en una decisión anterior. En verdad, “error” no es una categoría que podamos usar para describir la posición jurídica de la Corte.

La distancia frente a las propias creencias es una condición necesaria para la investigación. Si preguntamos al investigador si él cree en la verdad de su objeto de estudio, estamos colaborando con una insidiosa forma de censura. Al investigador del derecho no debería preguntársele si el derecho es una expresión de la voluntad del pueblo soberano y por lo tanto una forma de autogobierno. Estas son proposiciones internas a los sistemas de creencias.

Una disciplina que trate el estudio de las formas culturales se aproxima a estas proposiciones desde la perspectiva del significado que éstas tienen para el individuo que participa en la comunidad de creencias. El estudio auténtico de nuestra cultura jurídica consiste en interpretar los mitos sobre la fundación del derecho y las creencias esenciales que constituyen el imperio de la ley. Inspirándose en filósofos desde Platón hasta Foucault y en antropólogos e historiadores culturales como Clifford Geertz y Perry Miller.

Los conceptos tratados dentro de la cultura del derecho son el tiempo, el espacio, el ciudadano, el juez, la soberanía y la teoría. Situada en la intersección entre antropología, ciencia política, filosofía, teoría literaria y teoría de la religión, esta obra ofrece una investigación sobre uno de nuestros compromisos culturales más profundos. Es preciso llevar el mundo legal a la luz a través del examen consciente de los significados sociales y psicológicos de un mundo comprendido como Estado de derecho.

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